Fue el primer juez de menores de España y, como era de esperar, ayer llenó el aforo del teatro municipal de Alhendín. Emilio Calatayud comenzó su conferencia, titulada “Derechos y deberes de padres e hijos” y organizada por la Concejalía de Educación del Ayuntamiento, pidiendo un pacto por el menor y con una afirmación: “No vengo a dar consejos para ser buen padre porque ni siquiera sé si yo soy un buen padre”. Al hilo de estas palabras, el magistrado aseguró que los hijos dan muchas satisfacciones “pero, hoy en día, tener un hijo es un problema”. En este sentido, subrayó que “en materia de menores estamos implicados todos y todos somos responsables y tenemos que empezar por la célula de la sociedad, la familia, que aunque está cambiando, sigue siendo la base”. Además, añadió que la mayoría de los casos que llegan al juzgado “vienen determinados por el papel de los padres. Por eso, es muy complicado ser padre”. Calatayud, que sostuvo que cuando él era pequeño era más fácil ser padre, remarcó que “en España no hay término medio y hemos pasado del padre autoritario al padre colega y ni yo soy amigo de mis hijos ni colega de mis hijos porque si no, los estoy dejando huérfanos, es decir, estamos en la generación perdida y hemos pasado de ser esclavos de nuestro padres a ser esclavos de nuestros hijos”. Así, el juez de menores manifestó que hay muchos padres “atemorizados por sus hijos y están subiendo el índice de delitos por maltrato de hijos a padres en clase media media-alta. “Desde que ejerzo como juez de menores, desde 1988, nunca he visto un caso así protagonizado por un gitano”, aseveró e indicó que “el 75% de este tipo de delito lo acometen chicos y el resto, chicas, si bien en torno al 25% de los juicios que celebramos son por malos tratos, tanto físicos como psíquicos, hacia los padres”. No obstante, celebró que en España y en Granada hay descendido en los últimos años la delincuencia porque los niños han vuelto a la escuela, la crisis está devolviendo el modelo de familia y hay menos víctimas en la calle. Por otra parte, puso de relieve que “hay problemas serios entre padres e hijos adoptados, sobre todo internacionales”. El magistrado, que insistió en que “siempre se ha venido hablando de los derechos de los menores pero nunca de sus deberes”, apostó por que maestros y profesores también ejerzan su autoridad, “que no su autoritarismo”, dejen de ser colegas de sus alumnos y luchen contra el fracaso y el absentismo escolar porque “el futuro de un país está en la educación de los jóvenes”. Tras enumerar los consejos para formar en casa a un buen delincuente (darle todo y no regañarle nunca, recoger lo que tire, satisfacer todos sus deseos, entre otros), Calatayud advirtió sobre los peligros que entrañan para los jóvenes actuales las nuevas tecnologías (móviles, Internet y ludopatía), el alcohol y las drogas e hizo hincapié en que ante un delito, no solo se condena al menor infractor, sino que se sientan en el banquillo los padres (en algunos casos acarrean una indemnización a la familia de la víctima) o a los responsables legales del centro educativo, en caso de que el delito se produzca dentro de las instalaciones escolares. Por otro lado, el juez habló de las medidas que se imponen para privar de libertad a un menor y que van desde el internamiento en un centro cerrado (que se pueden extender hasta los 10 y los 16 años), hasta el internamiento terapéutico, o las que mantienen al menor bajo libertad vigilada o realizando trabajos en beneficio de la comunidad. “Lo que está claro es que ese menor infractor, si ha cometido un delito, que lo pague y repare lo que ha hecho”, apostilló. Para leer la noticia completa, pinchar en: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=366067670180384&set=a.273727076081111.65608.100003314632592&type=1&theater
Categorías
Noticias